Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. – Eclesiastés 3:1 Asà dice Jehová Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mà no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mÃ, como hago yo desde que establecà el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. – IsaÃas 44:6-7 La profecÃa casi siempre está ligada a la iglesia, al mundo y a Israel. Dios usa la profecÃa para identificar el presente y el futuro (dónde estamos ahora y hacia dónde vamos), para traer revelación y para moldear el futuro y el destino de una persona, lugar o cosa. La tierra debe ser llenada con la profecÃa y las oraciones de los santos, ya que determina la atmósfera de la iglesia. Sin embargo, toda profecÃa está condicionada a la obediencia. Usted debe obedecer a Dios y a Su Palabra para que una profecÃa se cumpla. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espÃritu de la profecÃa. – Apocalipsis 19:10 La alerta profética es una profecÃa destinada a aportar una perspectiva global de lo que Dios está haciendo y diciendo ahora. La Palabra, el EspÃritu Santo y las fiestas del Señor son testimonio de ello. Todo lo que vemos que sucede en el mundo es el resultado del regreso de Cristo. La profecÃa simplemente nos prepara para Su venida. ¡Somos la generación que verá la venida de Jesús! Y el EspÃritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. – Apocalipsis 22:17 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. – Mateo 24:30-31
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