Vivimos en un tiempo en que la iglesia global ha rechazado al Espíritu Santo. Rechazan lo sobrenatural y los dones del Espíritu. Muchos creyentes se han vuelto complacientes, pasivos, y han perdido su pasión. “No apaguen al Espíritu”. – 1 Tesalonicenses 5:19 La mayoría de los creyentes solo quieren escuchar una buena palabra pero no quieren ver la demostración de esta. Los predicadores y líderes ya no permiten que el Espíritu Santo se mueva libremente durante los servicios y reuniones. Ellos apagan al Espíritu. Cuando rechazas al Espíritu Santo, la Presencia de Dios no se manifiesta. “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” – Efesios 4:30-32 La naturaleza del Espíritu Santo es muy sensible. Un pecado que no tiene perdón es la blasfemia contra el Espíritu Santo. Blasfemar significa hablar en contra, atribuyendo el mal al Señor, negando las cosas que Él hace. El cristianismo se vuelve sin poder sin el Espíritu Santo. “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.” – Mateo 12:31 Tres cosas que hacen que el cristianismo sea diferente a otras religiones: La cruz. El Espíritu Santo. El poder sobrenatural de Dios. ¿Quién es el Espíritu Santo? No podemos encajar al Espíritu Santo en nuestro pensamiento porque Él es mucho más grande que eso. Él no es viento pero cuando el Espíritu Santo está presente siempre habrá movimiento. Él no es agua pero Él limpia como el agua. No es fuego pero purifica como el fuego. Él es para nosotros lo que Jesús fue para sus discípulos. Él es Dios con nosotros. El Espíritu Santo es: La continuación de Dios en la tierra hoy. El Administrador de la Gloria de Dios. La Tercera Persona de la Trinidad. El Aliento de Dios. Nuestro Consejero. El Testigo de Jesús. La evidencia visible de la presencia de Dios en nosotros. Si te has vuelto pasivo, si no adoras tan a menudo como antes, si has perdido el fuego, corre a Jesús. Arrepiéntete y pídele al Espíritu Santo que te devuelva esa pasión. No apagues al Espíritu Santo. Permítele que se mueva en tu vida de nuevo.
